Traducción y edición A.N.
El artículo Taking evidence seriously del físico norteamericano Alan Sokal (del cual hemos hablado en La ciencia como parte de la cultura: Sokal, Descola y la Tercera Cultura), aparecido en The Guardian el 28 de febrero de este año, ha sido elegido The Sense About Science Lecture 2008
Dicho artículo trata sobre el por qué las decisiones en las políticas públicas deben basarse en la evidencia, sobre pruebas y no en la fe.
Ahora, debemos de tomar en consideración, por lo tratado antes en El observador y su objeto: Antropología, mecánica cuántica y darwinismo cuántico cuando Sokal se refiere al mundo real ( sería interesante saber la opinión de Alan Sokal sobre la mecánica cuántica, en tanto físico) y a lo que se refiere con medicina alternativa. Imagino que no se refiere a la medicina practicada en las llamadas sociedas tradicionales, tratada por los antropólogos interculturales
Taking evidence seriously – Alan Sokal
« Podría parecer obvio que la política pública debe basarse en la realidad y las pruebas, pues las consecuencias de tomar en serio una política pública basada en la evidencia del mundo es mucho más radical de lo que la mayoría de la gente piensa o se da cuenta.
He aquí un ejemplo: el gobierno británico ha introducido normas de competencia en la homeopatía, aromaterapia, reflexología y otras terapias « alternativas » a fin de proteger al público de profesionales formados adecuadamente. Eso suena bien, a primera vista. Pero, ¿qué significa , precisamente, ser « competente » en un sistema de pseudo-medicina que nunca ha sido demostrado ser eficaz más allá del efecto placebo?
(…) He aquí otro ejemplo: el gobierno del ex primer ministro Tony Blair promueve asiduamente las subvenciones estatales para las escuelas basada en la fe. Por supuesto, la « fe » está siendo utilizada como una sonda ecuménico-eufemista para « religión », pero la palabra es todavía reveladora. ¿Qué es la « fe », si no la pseudo-justificación cuando se carece de pruebas?
(…) La conclusión es que todos nosotros – conservadores y liberales, creyentes y ateos – vivimos en el mismo mundo real, nos guste o no. Por lo tanto la política pública debe basarse en la mejor evidencia disponible acerca de ese mundo.
En una sociedad libre cada persona tiene derecho a creer cualquier tontería que desee, pero el resto de nosotros debe prestar atención sólo a las opiniones que se basan en pruebas. »
Leer artículo completo en The Guardian
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